Hace unos días hice mi primera romería y he de contar mi experiencia, una de las quejas mas escuchadas durante el camino por los transeúntes alli congregados es el imperdonable recorte sufrido en la entrega de unos rollitos típicos, bendecidos por supuesto, de los que todos los años gozan los entregados peregrinos, mi queja va muy lejos de este suceso "insalvable", o más que queja es una sorpresa, sabía que los niños de hoy en día están mucho más “sueltos” que los de “antes”, pero por más que los vea con mis propios ojos no deja de sorprenderme las grandes dosis de alcohol que pueden acumular en su diminuto cuerpo, y la edad tan temprana, cada vez antes, a la que empiezan a aventurarse a esta muy cuestionada diversión.
Otra de mis sorpresas fue el aumento de féminas alcoholizadas que no superaban los 16 mucho mayor que la de chicos bebidos, al menos con los cientos de grupos con los que fui a dar, pero por supuestísimo, no voy a generalizar. Solo que... el sentido real de la romería y lo que ello significa muy lejos ha quedado de lo que realmente se ha convertido para esta generación, siendo una fiesta “legal” de consumismo alcohólico por doquier.